Quizás no haya época más atrayente y romántica que la de la Baja Edad Media; aquélla de los caballeros, la de los héroes con armadura, la de las grandes batallas, la de la cortesía y el honor. Y quizás sea esa una imagen a la que hemos llegado por lo que de ella nos han vendido en tantas y tantas películas sobre el tema. Porque… ¿quien no ha oido hablar del Caballero Negro o Príncipe Negro? ¿quién no recuerda esos films en que aparecía un justo caballero montado en su corcel con su armadura negra blandiendo su escudo de armas y su lanza o espada? Aquellas justas y torneos medievales, aquellas batallas, aquel respeto que se ganó entre sus rivales…
Pero ni mucho menos aquella época fue tan honorable, ni tan grata, ni tan romántica, porque si bien es cierto que el Príncipe Negro mostró su cortesía y su magnanimidad en muchos lugares, en otros muchos demostró que por encima de todo, estaba el interés del reino al que defendía.
¿Quién era el Príncipe Negro?
Eduardo de Woodstock pertenecía a la dinastía de los Plantagenet y era hijo primogénito del rey Eduardo de Inglaterra. Príncipe de Gales y duque de Cornualles, Eduardo había nacido en la localidad por la que siempre fue conocido, Woodstock, pero se ganó el sobrenombre de El Príncipe Negro por la armadura que llevaba en cada batalla, regalada por su padre, y con la que imponía respeto a cuantos osaban hacerle frente.
Valiente, arrojado y muy inteligente, pronto se convirtió en un gran estratega, y sus hazañas empezaron a hacerse conocidas tanto en su país, Inglaterra, como en Francia e incluso en el reino de Castilla. Sin embargo, mientras que unos hablaban de su trato y su benevolencia, en otros casos se narraron episodios de auténtica crueldad basadas en el interés políticos por hacer del reino que defendía más grande y poderoso. Rubio y con ojos azules, gustaba de las mujeres, las joyas y el juego, que incluso casi acabó arruinándole, así como de los torneos caballerescos.
La situación política en Europa
Inglaterra dominaba una parte de Francia desde el siglo XII. Aquitania estaba bajo el gobierno inglés. Sin embargo, en el año 1337, Felipe VI de Francia quitó a Eduardo III de Inglaterra el señorío aquitano. El enfrentamiento entre dos países cuyas relaciones siempre habían sido malas no se hizo esperar. Eduardo III reclamó los derechos que tenía sobre la Corona de Francia y se proclamó incluso rey del país galo. Había comenzado la Guerra de los Cien Años. Dos años después, en el 1339, los ingleses invadieron Francia, y la historia del Príncipe Negro comenzó.
(continuará)