Las gárgolas son uno de los símbolos de muchas construcciones en la Edad Media y cuentan con un aspecto grotesco y terrorífico, además de estar envueltas en leyenda y mitología. Te invitamos a conocer:
Muchas veces, estando de viaje en países como Francia, podemos darnos cuenta de que muchos de los edificios góticos cuentan en su parte más alta con la representación de criaturas aladas que son denominadas gárgolas, pero que por lo visto tienen un origen mitológico más allá de su función arquitectónica.
La palabra gárgola deriva del latín, «gurgulio», «gargula». Su raíz es «gar» que hace referencia a «tragar». En Italia es Doccione, en Alemania son Wasserspeier y en Holanda Waterspuwer, todas ellas hacen referencia a vomitador de agua, escupe agua, etc. Por ello, se cree que su etimología indica que se nombró en función de su utilidad arquitectónica, la cual hace referencia al infierno como desaguar los tejados de las catedrales.
El origen de estas gárgolas proviene de la Edad Media, cuando el infierno era uno de los temas que más preocupaban a la sociedad y creían en todo tipo de demonios y bestias que atormentaban a los seres humanos. Las primeras gárgolas que se conocieron, fueron nombradas como «grifos» que hacía referencia a los seres fantásticos con forma de animal o mitad humanos.
Las gárgolas en la mitología
Las gárgolas, entendidas como seres pertenecientes a la mitología, nacen a raíz de una leyenda de principios del siglo VII en la que el dragón Gargouille, que vivía cerca del Sena, devastaba periódicamente la región.
Gargouille, era descrito como un ser de cuello largo y reptilíneo, hocico delgado con potentes mandíbulas, cejas fuertes y alas membranosas. Se caracterizaba por sus malos modales: tragaba barcos, destruía todo aquello que se interponía en la trayectoria de su fiero aliento y escupía demasiada agua, tanta que ocasionaba todo tipo de inundaciones.
Fue entonces cuando, Romanus, un sacerdote cristiano, dominó a la bestia con la señal de la cruz y la llevó a Rouen donde le cortó la cabeza y la colocó en lo alto del ayuntamiento.
Gárgolas en la arquitectura
Fue a partir de la Edad Media y con el auge del arte gótico cuando los artistas y arquitectos comienzan a colocar en sus edificios la representación de estos seres, con cabeza y alas de dragón y un cuerpo casi humano, y cuya función era la de expulsar agua de lluvia de los tejados de dichos edificios, para de este modo actuar como un desagüe.
Principalmente se colocaban en las iglesias, y de ahí que todavía se conserven en lugares que son tan emblemáticos como la catedral de Notre Dame, en Francia.
Su nombre se debería al sonido que produce el agua, similar al de un líquido por un tubo (y que se conoce como gargouiller).
En cuanto a la razón de por qué se utilizaban las gárgolas en las catedrales tienen varias razones. Se cuenta que podrían representar los demonios convertidos en piedra que huían de la iglesia y, por otro lado también se hablaba de que las gárgolas protegían a los feligreses que se encontraban dentro de las iglesias, puesto que su horroroso aspecto creía que ahuyentaba a los espíritus malignos.
En base a esta segunda interpretación de las gárgolas también están las quimeras. No tienen las mismas formas pero son seres terroríficas que cumpliría la misma función.
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