Seguimos recordando el largo periplo del pueblo de México en su lucha por la independencia. En nuestro artículo anterior vimos como comenzó el proceso de la Independencia de México, bajo la influencia Miguel Hidalgo, un personaje histórico central en la historia de México. Les propongo ahora continuar analizando una nueva etapa de la guerra, con José María Morelos como líder. Un camino que llevará a la Declaración de la Independencia de México, el 6 de noviembre de 1813.
A mediados de 1811, la revolución independentista se encontraba en un momento crítico. Sus principales líderes habían sido asesinados. Las tropas de Allende e Hidalgo estaban prácticamente desarticuladas. Los realistas se hacían más fuertes bajo el mando de Calleja. Pero la historia estaba por dar un vuelco trascendental.
La segunda etapa de la Guerra de la Independencia Mexicana se caracteriza por extensas luchas en el Sur del territorio. Allí las fuerzas estaban comandadas desde los inicios de la guerra por José María Morelos. Al igual que Hidalgo, Morelos era cura. Otros importantes revolucionarios luchaban junto a él: Mariano Matamoros, Manuel Mier y Terán, Hermenegildo Galeana, Nicolás Bravo, Guadalupe Victoria y Vicente Guerrero.
Las tropas de Morelos tenían un regular tamaño. Sin embargo lograron importantes conquistas en el sur de Nueva España: Chilpancingo, Tixtla, Chilapa, Taxco, Izúcar y Cuautla. La suerte cambió para Morelos, cuando sufrió en 1812 el sitio de Cuautla, durante dos meses y medio. Sin embargo, los revolucionarios pudieron escapar, y se dirigieron hacia Acapulco.
Ya a mediados de 1813, las fuerzas revolucionarias de Morelos dominaban gran parte de las intendencias de México, Oaxaca y Puebla. Esto le otorgó autoridad militar y apoyo. Entonces, Morelos, dio impulso a la cuestión del plan político de la revolución: lograr la Independencia de México.
Captura y juicio de Morelos
Tras más de un lustro a la cabeza de los insurgentes en los terrenos del sur de México y con las fuerzas de sus tropas considerablemente mermadas, Morelos fue apresado en noviembre de 1815 en Tezmalaca, Puebla. Con su apresamiento y muerte finalizaba la segunda etapa del proceso de independencia mexicano, en la que Morelos fue clave gracias a sus avances y conquistas en el sur del país. Como el mismo Napoleón Bonaparte dijo de él, con 5 generales como Morelos conquistaría el mundo.
Las tropas realistas de Manuel de la Concha se enteraron de la marcha de las tropas de Morelos hacia Tehuacán. Un ejército realista de 500 hombres se abalanzó sobre la avanzadilla de Morelos que se encaminaba al centro custodiada por una pequeña tropa de insurrectos dirigida por Nicolás Bravo.
Intentando salvar de la captura a un miembro de sus tropas, Morelos fue apresado por 10 soldados de las tropas realistas. El oficial que dirigía el destacamento que capturó a Morelos era Matías Carranco, un antiguo miembro de la insurrección que desertó en 1812 y se unió a las tropas realistas. Según cuentan los libros de historia, Morelos le regaló a su captor mientras se lo llevaba detenido.
La detención de Morelos se produjo el día 5 de noviembre. La intención de sus captores era de realizar el juicio en Puebla, pero Calleja quería hacerla en la capital, Ciudad de México.
El primero de los juicios que se le hicieron a Morelos fue por traición al rey, a la patria y por delitos de sangre, entre el 14 y el 23 de noviembre. Posteriormente sería también juzgado por un jurado religioso y despojado de su rango eclesiástico. Según el propio jutado, Morelos era “hereje, fautor de herejes, perseguidor y perturbador de los santos sacramentos, cismático, lascivo, hipócrita, enemigo irreconciliable del cristianismo, traidor a Dios, al Rey y al Papa”.
El 21 de diciembre Calleja dictó el veredicto para Morelos: pena de muerte. La sentencia se ejecutaría al día siguiente. Morelos desayunó y fue conducido a San Cristóbal Ecatepec. Una vez allí, comió, se confesó y charlo brevemente con su captor, De la Concha, al que incluso se abrazaría antes de que la sentencia se ejecutara.
A la muerte de Morelos siguió una guerra de guerrillas en la que aún participaban unos 20.000 miembros de las tropas insurgentes, pocos en comparación con unas fuerzas realistas que superaban los 40.000 efectivos. Sin embargo, esto no mermó los ánimos de independencia mexicana.
¿Quién era José María Morelos?
José María Morelos es una de las figuras principales de la historia de México y su importantísima campaña será la protagonista de las siguientes líneas. Sin embargo, antes de seguir adelante, dedicaremos algunas líneas a presentar la biografía de este interesante personaje que pasó de ser un sacerdote a convertirse en uno de los más importantes jefes militares de la revolución mexicana.
José María Morelos fue hijo de un humilde carpintero, José Manuel Morelos y Robles y Juana María Guadalupe Pérez-Pavón. Nació en 1765, siendo el tercero de los numerosos hijos de esta pareja. Dada la pobre situación de la familia, José María desempeñó todo tipo de trabajos, desde carpintero hasta arriero y vaquero, pasando por diversos oficios relacionados con el mundo de la ganadería y la agricultura. José María, cuyo abuelo era profesor, recibió una educación muy básica durante su juventud, pero continuó formándose, destacando especialmente su afición por la gramática y las letras.
Cuando cumplió los 25 años en 1790 y después de haber pasado años junto a su tío Felipe Morelos, con el que había trabajado transportando mercancías, José María volvió a su tierra natal, Valladolid, siguiendo los deseos de su madre. Juana María, deseosa de asegurar el futuro de su hijo, quería que José María entrase en la carrera eclesiástica y se pudiese beneficiar de los réditos de una capellanía que su bisabuelo había dejado indicado en su testamento que debía pasar a uno de sus descendientes. Así, José María ingresó en el Colegio de San Nicolás de Valladolid para formarse con vistas a ese objetivo. Posteriormente, también cursó estudios en el Seminario Tridentino, especializándose en los estudios de filosofía y, sobre todo, de retórica, alcanzando el título que daría fin a su formación académica en el año 1795. Una vez acabada su formación, empezó su vinculación a la Iglesia. José María no alcanzó el grado de sacerdote hasta dos años después, en 1797 y, mientras lo conseguía, recibió las órdenes eclesiásticas menores, sirvió como subdiácono y ejerció como profesor de niños en la zona de Uruapán, entre otros oficios.
Una vez alcanzada la dignidad de sacerdote, ejerció este oficio en diferentes localidades, hasta que se estableció en Carácuaro, donde viviría más de diez años ocupado en sus labores sacerdotales, pero también administrando un próspero negocio de ganado que había comenzado cuando actuaba como transportista y arriero en compañía de su tío Felipe. Durante ese tiempo también tuvo dos hijos ilegítimos. Uno de ellos fue Juan Nepomuceno Almonte quien, andando el tiempo, también se convertiría en una figura fundamental para la Historia de México, como un destacado militar y diplomático. Por citar solo algunos datos de este último, se convirtió en veterano del legendario suceso de El Álamo y fue una pieza fundamental en las negociaciones que llevaron al archiduque Maximiliano de Austria a aceptar el trono de México como Maximiliano I, siendo un gran partidario de este gobernante. Con una sólida formación y una gran cultura internacional, Juan Nepomuceno llegó a acompañar a su padre en algunos momentos clave de su posterior historia militar, como el famoso Sitio de Cuautla, aunque fue enviado fuera de México cuando José María empezó a sufrir constantes derrotas en el ámbito militar y estaba en Estados Unidos cuando su progenitor fue ejecutado. No sería el único hijo de José María, aunque sí el más famoso; como ya hemos mencionado, durante este periodo engendró un segundo descendiente y se sabe que, tras el comienzo de la revuelta militar, tuvo al menos dos hijos más, aunque puede que tuviera más.
Fue en esta mencionada localidad donde sorprendió a José María el famoso ‘Grito de Dolores‘, protagonizado por Miguel Hidalgo, al que José María había conocido durante el desarrollo de sus estudios en Valladolid. Al tener noticias de sus actos, decidió ir a verle. Durante esta reunión, que tuvo lugar el día 10 de octubre de 1810, José María Morelos se unió a Miguel Hidalgo y pocos días después inició un camino hacia el sur al mando de unas cuantas decenas de hombres que supondría el inicio de su actividad como revolucionario.