Como dijo el Premio Nobel irlandés George Bernard Shaw: «La juventud es la única enfermedad que se cura con los años». La condición de anciano tiene los inconvenientes físicos evidentes pero gran ventaja, la ancianidad es experiencia. A medida que el ser humano acumula años también acumula algo sumamente importante y que no se aprende en los libros, la experiencia, la sabiduría de la edad. Este artículo al que hemos titulado Ser anciano en la Edad Media, está dedicado a como vivían la gente anciana en esta turbulenta época, qué consideraciones se tenía con ellos, etc.
Ser anciano en la Edad Media | La Edad Media y el Anciano
En el siglo IV, el cristianismo ya estaba asentado en el Imperio Romano, la mayoría de los emperadores romanos desde la época de Constantino confesaban su fe cristiana. El propio Teodosio, fue uno de los principales impulsores en la fe de Jesús.
El imperio se había vuelto cristiano pero, ¿y el pueblo?. Un pueblo con una larga tradición pagana, con sus dioses para la cosecha, el tiempo, la vida. Sus fiestas paganas y sus cultos ancestrales se siguieron utilizando sobre todo en las zonas más rurales del Imperio.
Con la caída del Imperio Romano de Occidente en manos de los Bárbaros, la fe cristiana siguió adelante gracias a que los nuevos gobernantes, fuera de toda lógica, adoptaron rápidamente el cristianismo aunque siguieron conservando ciertas costumbres paganas o bárbaras.
Ser anciano en la Edad Media | Alta Edad Media
Con el siglo V, entramos en la Edad Media, más concretamente la Alta Edad Media, también conocida como Edad Oscura. Una época marcada por la barbarie, donde imperaba la ley del más fuerte y como cabe esperar dentro de los mas fuertes no se encuentran lo ancianos, con estas premisas no es difícil imaginar que posición ocupaban dentro de la sociedad.
El Imperio Romano había establecido la ley del «Pater Familia». Esta ley era de obligado cumplimiento entre los ciudadanos romanos, libres. El pater familia era el Padre de Familia, sobre su persona se encontraba el control de tanto de los bienes como de las personas que pertenecían a la casa, ejercía la patria potestas sobre los hijos, la mujer, los esclavos y otros hombres que trabajaran para el.
Una ley creada sólo para los ciudadanos romanos en la que sólo podía haber un pater familias en la casa. Los hijos podían ser vendidos o ejecutados si el pater familia así lo decidía. Los hijos varones adultos no adquirían el derecho de pater familias, mientras el padre viviera, todo era adquirido a cuenta del padre y sólo el pater familias podía disponer de ello. A la muerte del padre, cada hijo varón ejercería de Pater Familias en sus respectivas casas.
El cristianismo no continuó con la práctica romana de Pater Familias, mientras que los evangelizadores y misioneros buscaban la conversión de mujeres y jóvenes, dejando a los mas ancianos, sumidos en sus viejas creencias y por tanto fuera de la religión.
Cuando la sociedad europea se convirtió mayoritariamente al cristianismo, el cuidado, respeto y obediencia a los mayores volvió a imponerse. Era una cuestión de tiempo, como había ocurrido en otros periodos históricos, los ancianos pasaron por distintas etapas, desde ser muy considerados y venerados a ser prácticamente un estorbo y en la Edad Media se dieron ambos periodos.
En el trato a los ancianos, la iglesia tampoco ayudó demasiado. También hay que tener en cuenta que no todos los ancianos eran tratados igual. Los pobres de clases sociales desfavorecidas eran tratados como débiles y la iglesia los posicionó entre los enfermos y desvalidos. Los ricos sin embargo, eran acogidos y cuidados por sus familias.
Las reglas monásticas por ejemplo, desplazaba a los ancianos a labores de poca relevancia como eran la portería de los monasterios o la dedicación a la elaboración de pequeños trabajos manuales.
Pronto la iglesia se dio cuenta del estupendo negocio que podía considerarse el buscar un retiro tranquilo y seguro a un grupo de población rica, acomodada y lo mas importante anciana. Por un lado el anciano buscaba tranquilidad y paz para poner en orden sus cuestiones con Dios, mientras que por otro estaba la iglesia que veía con muy buenos ojos que los ricos se ganaran la tranquilidad eterna en sus monasterios, algo que se conseguía con aportaciones económicas.
Con el retiro a un monasterio el noble de edad conseguía evitar pasar por la vergüenza por su propia decadencia, además de conseguir la salvación de su alma. Esta práctica en un principio fue restrictiva para los privilegiados, pero se extendió rápidamente a lo largo del siglo VII, teniendo que llegar a ser reglamentada debido al gran beneficio económico y por lo tanto riqueza que estaban generando.
Ser anciano en la Edad Media | Baja Edad Media
Todos estos datos nos han llegado gracias a las transcripciones que se hicieron en los monasterios. Hasta este momento, la sociedad europea era gregaria, por lo que la solidaridad entre iguales era una práctica común, pero a partir del siglo XI, la iglesia impuso tanto la monogamia como la exogamia. La exogamia era los matrimonios entre parientes, normalemente entre primos, una práctica habitual entre las casas reinantes y la nobleza.
Esta leyes dictadas por la iglesia comenzaron a aplicarse a la población rural y terminó por las más altas clases aristocráticas. El resultado no se hizo esperar, a partir de ahora las familias se convertirían en un núcleo estable y más cuidadoso con sus ancianos.
Los siglos posteriores supusieron en la sociedad medieval un periodo de estabilidad tanto económica como política, hasta llegar al siglo XIII, donde aparece un sentimiento de Estado que unido al desarrollo material y al fotalecimiento económico, multiplicó las guerras.
En este periodo los ancianos ocuparon un lugar importante, con los hombres jóvenes en continuas guerras, fueron ellos los que se ocuparon de los negocios y de la gestión del patrimonio. Pero a mediados del siglo XIV, la peste desatada en Génova en 1348, aniquiló a un tercio de la población europea, epidemias intermitentes que se sucedieron durante un siglo completo. Este hecho desestabilizó a la sociedad del momento, la iglesia lo solucionó a golpe de hoguera, esta epidemia era la ira de Dios y solo el fuego podría purificar.
Pero curiosamente la peste negra no tuvo la misma incidencia entre la población. La pulga portadora fue capaz de respetar a los mayores, siendo la población más afectada la de los niños y jóvenes. Supuso un fuerte golpe en la sociedad medieval, que tenía que volver a recurrir a sus mayores para poder salir adelante.
Poco después la epidemia fue de viruela, otro desastre que volvió a diezmar la población de la Europa Medieval. El resultado fue un incremento de población anciana. Con las familias rotas a causa de las epidemias y generaciones perdidas, provocó que la sociedad reaccionara haciendo una especie de reagrupamiento familiar.
Familias que antes eran extensa, formadas por muchos miembros, ahora quedaban reducida a pocos miembros. Esto ayudó a los más ancianos a integrarse de nuevo en un núcleo familiar. Ahora los ancianos podían ser considerados los patriarcas de la familia, ellos aportaban la experiencia y obtenían un mantenimiento asegurado.
Terminando la Edad Media, es decir situándonos en el siglo XV, las distintas guerras contra turcos, árabes, etc., provocó un nuevo descenso de la población joven masculina, el problema que se plantea es la existencia de muchas mujeres jóvenes en edad casadera y muy pocos jóvenes con los que casar.
Pronto esta figura la ocuparon los más ancianos de la familia, siendo muy habitual en el siglo XV los matrimonios entre mujeres jóvenes y hombre mayores.
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