En 1520, buscando un paso hacia el Océano Pacífico, la expedición de Fernando de Magallanes. Esteban Gómez, su descubridor, fue el primero en darlas nombre, bautizándolas con el nombre de la nave que comandaba, San Antón. Más tarde recibiría distintos nombres como Islas de San Carlos e incluso Islas de Los Patos, las islas East Falkland o Soledad y la West Falkland o Gran Malvina, Islas Sebaldinas, Maluinas y por últmo Malvinas. En este artículo vamos a conocer lo que puede llamarse la última guerra entre dos países occidentales, el motivo Las Malvinas, unas Islas que desde su descubrimiento ha cambiado demasiadas veces de nombre y de dueño.
La Guerra de las Malvinas | Historia
El archipiélago de las Malvinas, lo forman dos grandes islas llamadas Gran Malvina y Soledad, además de unos 200 islotes de dimensiones más pequeñas. Geográficamente se tratan de islas en las que abundan las colinas pero debido a su clima frío, húmedo y ventoso, carece de árboles.
Los primeros mapas donde se incluyen las Islas datan de 1502, cuando Américo Vespucio, divisó el archipiélago. Siendo el primer mapa específico y detallado del archipiélago el realizado en 1520, cuando Esteban Gómez las dio nombre.
Debido a las disputas por los territorios descubiertos entre Portugal y España, en 1494 mediante el tratado de Tordesillas, el papa Alejandro VI por medio de bulas, fijó las posesiones españolas y portuguesas en América. Aunque muchos de los territorios todavía no estaban descubiertos, establecía una línea transversal desde donde se distribuía la jurisdicción de cada país de los territorios descubiertos y para descubrimientos futuro. Cuando se descubrieron las Malvinas, quedó incluida dentro de la jurisdicción española.
En 1690 el inglés J. Strong, navegando a través del estrecho que separa las dos grandes islas, le puso el nombre Falkland, en honor a un vizconde inglés. En 1764, fueron colonos franceses los que se establecieron en las islas, cambiándolas de nuevo su nombre y llamándolas Saint Maló. Los franceses se establecieron en las Islas más Orientales, mientras que colonos ingleses ocuparon las islas Occidentales.
En 1770, España compró las islas más orientales, en manos de los franceses, y expulsó de las islas orientales a los colonos ingleses, ya que el tratado de Tordesillas, marcaba las islas como territorio español.
En 1820, Argentina reclamó la soberanía de las Islas, tras independizarse de España, entendiendo que la jurisdicción del archipiélago les pertenecía. Pero en 1833, Gran Bretaña decidió tomar el control de las islas, declarándola colonia del Reino Unido en 1892.
En 1960, la ONU, invitó a todos los países coloniales a llegar a un acuerdo y poner fin al colonialismo, devolviendo los territorios ocupados a sus legítimos propietarios. Gran Bretaña se comprometió a abandonar las Malvinas, pero claro está, no dijo cuando.
Tras 149 años de usurpación inglesa, con una resolución de la ONU que obliga a Gran Bretaña a descolonizar las Islas, unido a una falta de interés por parte del gobierno británico en hacer cumplir la resolución de la ONU. El 2 de abril de 1982, las tropas argentinas ocupan las islas.
Dada la proximidad al ex Virreinato del Río de la Plata, y la presencia de pescadores y balleneros argentinos a principios de siglo XIX, la Argentina nunca dejó de reclamar sus derechos sobre el archipiélago.
La Guerra de las Malvinas | Conflicto Bélico
1982, este año quedará asociado para siempre en la memoria de los argentinos con la Guerra de las Malvinas. En Argentina, el año ya había empezado con un acto desconcertante: un gigantesco asado al que concurrieron 13.000 personas, que fue presidido por el General Galtieri, líder de la dictadura militar que usurpaba la democracia argentina desde 1976, un asado con sabor a campaña.
En ese marco, el 2 de abril, el país se conmueve al despertar con la noticia de que tropas argentinas habían desembarcado en Port Stanley (rebautizado Puerto Argentino), capital de las Islas Malvinas. La tropas lograron ocupar la ciudad, con una única baja, la del jefe del desembarco, capitán Pedro Giacchino.
Al día siguiente del desembarco argentino en Malvinas, la Primer Ministro británica, Margaret Thatcher, anunció el envío de una flota (la «Task Force«) para recuperar las islas si fracasaban los intentos diplomáticos. El Consejo de Seguridad de la ONU, exigió el retiro de las tropas argentinas. Naciones Unidas y Estados Unidos intervinieron como «mediadores», pero no pudieron evitar el conflicto armado (más allá de que sus vínculos los ataban claramente a Inglaterra).
Gran Bretaña impuso un bloqueo naval y una zona de exclusión sobre la región en conflicto, y a fines de abril atacó posiciones argentinas en las islas Georgias. En las Malvinas, los combates comenzaron en mayo, cuando fueron rechazados tres intentos de desembarco de los británicos.
A fines de mayo, los británicos finalmente desembarcaron en Puerto San Carlos, y en junio los combates se desarrollaron a 20 km de Puerto Argentino.
Ese mismo mes, el papa Juan Pablo II viajó a la Argentina e hizo un fervoroso llamado en favor de la paz. Pocos días después, el 14 de junio de 1982 tras cruentos combates, el general Menéndez, que estaba a cargo del archipiélago, y el comandante Jeremy Moore, jefe de la fuerza británica, acordaron la rendición argentina, restableciendo la administración británica sobre el archipiélago de las Malvinas.
La Guerra de Malvinas duró 74 días y provocó la muerte de unos 1.200 argentinos y de 255 británicos. Pero el conflicto también tuvo consecuencias políticas, sobre todo en Argentina.
El fracaso en la guerra, la especialidad de los militares, marcó la derrota total del Proceso Militar, cuyo gobierno ya había liquidado social, cultural y económicamente a la Argentina.
Después de pronunciar un discurso especialmente demencial en el que insinuaba que la guerra continuaría, Galtieri no tiene otra opción más que la renuncia. Tras arduas deliberaciones, los comandantes en jefe designan como presidente al general Reynaldo Bignone, que tendría a su cargo la difícil liquidación del Proceso. La salida hacia la democracia ya tenía fecha, octubre de 1983.
Desde entonces, las políticas hacia las islas Malvinas siempre se redujeron, como en 1982, a utilizarlas como un símbolo evocativo de supuesto patriotismo, un instrumento que usaron todos los gobiernos de turno para ganar más popularidad entre los argentinos.
Así como Gran Bretaña no lo hizo nunca, Argentina tampoco se interesó realmente por las islas y sus habitantes (quienes, en rigor de verdad, siempre quisieron ser ingleses, aún cuando estos los despreciaban negándoles una completa ciudadanía). Las islas Malvinas siempre fueron, y SON utilizadas como un recurso político en las batallas internas de cada país entre conservadores y liberales, oficialistas y oposición, dictadura y democracia.
En las escuelas y a través de numerosos recursos culturales, ideológicos y políticos, los gobiernos mantienen vivo el mito de las Malvinas, para usarlo cuando lo necesiten, provocando en los argentinos una actitud automática, reaccionaria, pero poco reflexiva ante un episodio de la historia al que sólo empieza y termina padeciéndolo el pueblo.
La Guerra de las Malvinas | Situación Actual
El problema de la soberanía de las Malvinas, como ocurre con otros lugares de dominación británica, como puede ser el caso de Gibraltar, resurge con cierta regularidad y copa durante un tiempo las portadas de la prensa internacional, para luego dormitar de nuevo.
Ciertamente, la relación entre Gran Bretaña y Argentina se endurecieron desde el final de este enfrentamiento. En el año 1983, Gran Bretaña restituyó a los habitantes de las Malvinas la ciudadanía británica con todos sus privilegios y obligaciones, pues con anterioridad portaban un tipo de ciudadanía especial como personas de un territorio dependiente de Gran Bretaña, pero no poseían la ciudadanía total.
La negativa del gobierno británico a realizar algunas concesiones, tanto antes como durante y después de la guerra, crispó aún más las relaciones entre los dos países, por un lado la humillación de la derrota y del otro lado, del británico, la supremacía militar de la guerra les proporcionó mas prepotencia y un cierto desprecio hacia el país Argentino.
Asimismo, las relaciones comerciales y económicas entre ambos países tampoco mejoraron. En los años anteriores, se habían dejado de tomar ciertas medidas ante el riesgo de provocar las iras de Argentina pero, después de la derrota de esta última en la guerra, este fantasma fue conjurado, introduciéndose medidas de liberación económica y de autogobierno que mejoraron enormemente la vida de los habitantes de esta isla.
En los años posteriores a la guerra, Argentina ha seguido reclamando la restitución de la soberanía de las islas Malvinas y la reanudación de las negociaciones en relación a dicho asunto. Sin embargo, Reino Unido siempre se negó, apoyado por la inmensa mayoría de la población de las Malvinas.
Así, por ejemplo, en una encuesta no oficial realizada solo cuatro años después del fin de la guerra, se comprobó que más del 95% de los habitantes de la isla preferían continuar bajo soberanía británica, mientras que otra encuesta auspiciada por las autoridades argentinas, realizada algunos años después, indicaba que más del 85% seguía prefiriéndolo. Así, durante las décadas posteriores, pese a las crecientes protestas de Argentina, el tema de las Malvinas no fue objeto de negociaciones ni de debates oficiales.
Las Malvinas volvieron a tomar protagonismo, cuando se celebró el 30º aniversario de la guerra de las Malvinas. El gobierno argentino empezó a investigar y a hacer uso de las aguas que se encontraban bajo la soberanía de las Malvinas en busca de petróleo, diciendo ante cualquier queja que eran de su propiedad, al mismo tiempo que boicoteaban la presencia de barcos con la bandera de las Malvinas y también se negaban a recibir sus productos.
Ante las protestas de Gran Bretaña por este trato, Argentina comenzó una agresiva campaña por el derecho a decidir a quién pertenecían de los habitantes de las islas Malvinas y consiguió el apoyo de muchos de sus aliados en América Latina. Asimismo, dicha campaña presentaba el dominio de Gran Bretaña sobre las Malvinas como un ejemplo del imperialismo europeo y de la superioridad que, según ellos, los europeos exhibían frente a los países americanos.
Ante la presión tanto de la campaña argentina como de diversas organizaciones de peso internacional, se decidió que se realizaría un referéndum vinculante para decidir la soberanía de las Malvinas a principios del año.
David Cameron, el primer ministro inglés, dijo públicamente que respetaría el resultado de dicho referéndum, fuese el que fuese, y que los habitantes de las Malvinas tenían todo el derecho a decidir su destino. Eso también cortaría de raíz cualquier especulación de que las Malvinas se encontraban bajo gobierno británico por la fuerza y que sus habitantes se sentían totalmente británicos por naturaleza, cultura y condición.
Pero, por su parte, el gobierno argentino indicó que, independientemente de lo que saliera en el referéndum, ellos no dejarían de reclamar como suya la soberanía de las Malvinas. Ninguna otra opción, ni la continuidad del gobierno británico ni una hipotética independencia, serían aceptables para ellos.
El gobierno argentino, ante los sondeos que daban una victoria aplastante a la opción de Gran Bretaña, comenzó a poner en duda la legalidad del referéndum, diciendo que se vería influenciado por los británicos y que los habitantes de las Malvinas como tales no existían, sino que eran simplemente ciudadanos británicos en tierras extranjeras.
Todos los intentos tanto de organismos internacionales como de la propia Gran Bretaña para que Argentina aceptase el referéndum y sus resultados fueron vanos.
Como se preveía, el referéndum indicó que prácticamente toda la población de las islas Malvinas deseaba continuar bajo gobierno británico, con una participación del más del 90% de las personas que podían votar. Por lo tanto, a día de hoy, las Malvinas continúan bajo el dominio británico, aunque con un alto porcentaje de autogobierno.
Argentina, como también se esperaba, declaró que el referéndum era ilegal y que seguiría reclamando la soberanía de las Malvinas en un futuro próximo, pero sus reclamos han perdido mucha energía, viéndose privada también de la mayoría de los apoyos internacionales que antes tenían al comprobarse la voluntad de los habitantes de las Malvinas. Sin embargo y, pese a todo, Argentina ha declarado públicamente que esta problemática se encuentra lejos de haber acabado.
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