Muchas veces cuando nos referimos a la Ilustración pensamos únicamente en la francesa o en la alemana, sin embargo, el fenómeno de las Luces llegó también a territorio español, y merece la pena conocer Cómo fue la Ilustración en España. Esta nueva corriente de pensamiento también acabará condicionando el andar político de la monarquía durante el siglo XVII e inicios del XVIII.
Origen de la Ilustración en España
¿Cuáles son los antecedentes de los grupos ilustrados españoles? Podríamos decir que es el conjunto de funcionarios que sustentaron el reinado de Carlos III (primer monarca que tiende a la Ilustración) y que, para los historiadores, se explica como la pre-ilustración en España.
¿Y quiénes eran los pre-ilustrados? Se trata de un concepto que se maneja en el ámbito de la Historia y que fue creado poco después del período ilustrado, y precisamente por un individuo en concreto, Domínguez Ortiz, concebido para referirse tanto a grupos como individuos con una serie de características del pensamiento ilustrado: Crítica anticlerical, especialmente al clero regular y adopción de la teología o, al menos, principios jansenistas.
La Ilustración española es considerada tanto la primera corriente de pensamiento como el primer movimiento social que planteó el concepto moderno de “opinión pública” en España, debes tener en cuenta que la sociedad moderna hasta el siglo XVIII no concebía la existencia de una “opinión pública”, en otras palabras, una opinión del pueblo que tenerse en cuenta para el accionar del gobierno (como la percibimos hoy en día).
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Anteriormente se consideraba que la acción de gobierno dependía solo y exclusivamente de la soberanía real. Si bien es cierto que existían corrientes o apoyos políticos no eran entendidos con el concepto moderno de participación política.
Por tanto, el concepto de opinión pública (entendida como una fuerza política en el reino) fue una de las nuevas ideas introducidas en el siglo XVIII.
Todas estas ideas se van a consolidar tras los motines de 1776 (mejor conocidos como motines de Esquilache) porque desde ese momento el gobierno se planteará la necesidad de conectar con la parte ilustrada de la sociedad española para que se alinease en favor de las reformas. Esto será lo que constituirá a la Ilustración en España como un agente político reformador.
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Etapas de la Ilustración en España
Una vez conocidos los precedentes de la Ilustración en España, ahora te dejaremos cuáles son las cuatro etapas que la caracterizan
- Novatores: alrededor de finales del siglo XVII e inicios del siglo XVIII, son los que más arriba comentamos como pre-ilustrados, además, inicialmente “novatores” era un adjetivo de corte peyorativo, sin embargo, esta concepción irá mejorando con el paso del tiempo.
- Críticos y eruditos: a quienes se les sitúa, en concreto, entre 1715 y 1759.
- Reformadores: también hicimos una breve referencia a ellos, dado que son los que se sitúan, en grandes rasgos, dentro del periodo de reinado de Carlos III. Se les llama así porque fueron los que tomaron acción práctica y comenzaron a introducir cambios, incluso, en la cotidianidad de la vida castellana.
- Última fase: es la que se sitúa y vincula a la época de la revolución francesa (1789).
Como puedes observar, en vez de ser un grupo uniforme e igual, son varios grupos diferentes, incluso con ideas disonantes entre ellos, dado que la Ilustración en España fue una corriente que respetó, en cierto modo, su génesis, esa multiplicidad de pensamiento.
Características de la Ilustración en España
Como indicábamos más arriba, la primera -y quizás única- característica que comparten las diferentes etapas de la Ilustración en España es precisamente eso, el factor diferencial, la multiplicidad, por lo que iremos por cada etapa sacando las características de cada una.
Novatores
Como hemos dicho, fueron quienes “sufrieron” más ser ilustrados, dado que son intelectuales tempranos que no fueron en su momento bien recibidos del todo, en cierto modo, fueron unos adelantados a su tiempo que comenzaron a virar desde los tópicos religiosos hacia los científicos/razonables, interesándose así en temas -ya clásicos- de la Ilustración, generalmente lo que conocemos como ciencias naturales: física, química o biología.
Una obra que encierra y refleja esa idea a la perfección es la de Juan de Cabriada (Carta filosófico-médica-química) o la del catalán Narcis Feliu de la Penya, uno de los varios pensadores catalanes novatores, lugar donde la Ilustración tuvo especial recepción -quizás por su cercanía con Francia-.
Científicos y eruditos
Estos eruditos se sitúan justo en la franja temporal precedente a Carlos III (1715/59), su gran aporte fue cuestionar el pensamiento conservador aún dominante en la época, eso sí, sus dos representantes, Feijoo y Gregorio Mayans, aunque eran católicos, cuestionaron duramente ciertas prácticas religiosas del momento.
El primero, por su parte, cuestionó a la Inquisición, sobre todo en lo tocante a los judíos conversos, el segundo, en cambio, desmontó o acusó a “realidades” católicas de la época, apelando muchas veces a la Historia, es decir, llegando a afirmar la posible falsedad de la venida del apóstol Santiago.
Por lo tanto, como lo indica su nombre, la gran característica de estos ilustrados es su crítica a la realidad en la que están inmersos.
Reformadores
Son quienes llevaron a cabo una serie de cambios (reformas) a nivel político que supusieron modificaciones en todos los niveles del panorama castellano, siendo su resultado el programa ilustrado de Carlos III -mejor dicho, de sus ministros-, un verdadero ejemplo de modernización. Tales cambios llevaron a modificaciones incluso en la vestimenta típica, una de las causas de los motines de Esquilache (aunque algunos historiadores restan importancia a este evento, está en debate).
Sin duda la mayor aportación es el intento de modernizar España con carreteras, alcantarillo, alumbrado público nuevo, etc. Por tanto, esta corriente de la Ilustración en España se caracteriza por buscar la modernización tanto infraestructuralmente como en las instituciones y gobierno de la monarquía (es en este momento que se potencian las figuras de los ministros, que se mantienen hasta hoy en día).
Última fase
Esta corriente está vinculada con la revolución francesa, por lo que, en muchas ocasiones, se trataba de reformistas que querían, progresivamente, sustituir a la monarquía o, por el otro, establecer más firmemente un despotismo ilustrado.
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