Segunda Guerra Mundial: el bombardeo en Dresde

La 2ª Guerra Mundial es probablemente el período más triste de la historia moderna. Pero dentro de todas las innumerables atrocidades que se cometieron en la guerra hay algunas que sobresalen por encima de otras. Una de ellas es, sin duda el bombardeo de Dresde, una operación en la que los aliados se tomaron su venganza contra la Alemania nazi reduciendo a cenizas la ciudad de Dresde.

dresde
A hablar de los crímenes de guerra y atrocidades de la Segunda Guerra Mundial uno casi siempre piensa directamente en la Alemania nazi y las barbaridades que cometieron, como los campos de concentración en los que pretendían (y casi consiguen) aniquilar a todo un pueblo, el judío. Sin embargo, ellos no fueron los únicos que cometieron verdaderas atrocidades, sino que también fueron víctima de alguna de ellas. El bando bueno, el de los aliados, también se toó en un momento dado la justicia por su mano, bombardeando la ciudad de Dresde con el único objetivo de devolver a la nació alemana parte del sufrimiento que había provocado.

El bombardeo en Dresde

Tres días de locura, horror y muerte. El bombardeo de Dresde no tuvo otro nombre. Un crimen de guerra que desgraciadamente no fue declarado como tal porque los que lo realizaron fueron los supuestos «salvadores del mundo», los que derrotaron y sacaron a la luz todo el maldito holocausto nazi. Pero para ingleses y norteamericanos, Alemania necesitaba un escarmiento. Poco importaba que la guerra estuviera en sus últimos suspiros; que los rusos prácticamente perfeccionaban el asalto a Berlín después de haber cruzado el Oder, o que incluso los occidentales ya hubieran traspasado el Rhin. Poco importó que Dresde estuviera llena de heridos y refugiados de guerra que huían del horror producido en otras ciudades, y que intentaban llegar como podían a Berlín buscando un último lugar donde esconderse. Poco importó que aquel no fuera un punto estratégico importante en aquellos momentos, ni un obstáculo importante en el avance de las tropas.

Era un escarmiento, y una promesa hecha a Stalin durante la Conferencia de Yalta del 11 de febrero que habían de cumplir ingleses y norteamericanos.

Aquel 13 de Febrero de 1945 se ha quedado para la Historia como el del mayor bombardeo registrado sobre una población civil. La ciudad de Dresde fue practicamente aniquilada. Monumentos, puentes, edificios, casas, calles, nada quedó en pie, sólo ruinas y muerte. 35.000 según los ingleses, 350.000 según los alemanes….

Eran las 22,09 h. del 13 de Febrero cuando las emisoras de radio alemanas cortaron su emisión para transmitir los sonidos de alerta de que se acercaban aviones aliados. Nadie pudo pensar que los 9 «mosquitos» (cazas ingleses) de reconocimiento iban a marcar a Dresde como el gran objetivo. Pero lo hicieron delimitándola con bengalas rojas, e iluminando con otras tantas toda la ciudad para evitar errores de los bombarderos.

245 bombarderos sobrevolaron minutos después la ciudad. La lluvia de bombas fue tal, que el único bombardero derribado lo fue porque le cayó encima una bomba lanzada por otro bombardero que volaba por encima suya. Eran las 22,15 h. y bastaron 15 minutos de intenso bombardeo para dejar la ciudad en ruinas. 524 bombas blockbusters, con capacidad de destrucción cada una de una manzana de calles completa, más 1800 bombas explosivas fueron lanzadas en aquel primer ataque. No intentaron esquivar ningún edificio: lo bombardearon todo, incluido hospitales, asilos y escuelas. La ciudd era un desesperanzador lamento de gritos y sollozos. Pero aún, no quedaron conformes.

Ya no hicieron falta los aviones mosquitos que les marcaran el objetivo en la segunda oleada de aviones. Eran las 1,30 h. de la mañana. La ciudad estaba en llamas. Socorristas, y ayuda médica habían llegado de ciudades cercanas, pero cuando oyeron los ruidos nuevamente de los bombarderos acercándose ya los tenían encima. Esta vez nadie pudo avisarles porque la ciudad estaba sin electricidad. El número de bombarderos se había doblado. En esta ocasión 550 bombarderos británicos Lancaster sobrevolaron Dresde. Y las bombas que llevaron en esta ocasión eran bombas incendiarias destinadas a hacer el mayor daño posible en los edificios. Se lanzaron nada más y nada menos que 650.000 bombas y 15 kilómetros cuadrados de territorios fueron bombardeados. Con este segundo bombardeo, Dresde, una ciudad que históricamente se había hecho famosa por el arte y la cultura que encerraba quedó reducida a cenizas. De este segundo bombardeo, curiosamente, se guarda una proyección en el Imperial War Museum de Londres.

El caos era total. No había agua, ni alimentos, ni medicinas, ni medios suficientes para apagar las llamas de la ciudad, ni atender a los cientos de miles de heridos. Y sin embargo, el horror no había acabado.

A las 12,12 h. del 14 de febrero llegó la tercera oleada de bombarderos que dejó caer otro diluvio de muerte sobre la ciudad. Esta vez fueron 311 bombarderos B-17 de las fuerzas norteamericanas acompañados de cinco cazas. esta vez cayeron sobre la ciudad 1800 bombas explosivas y más de 126.000 bombas incendiarias. Los cazas que los acompañaban se dedicaron a ametrallar a los grupos de supervivientes que como buenamente podían, escapaban de la ciudad.

A las 10,15 h. del día 15 de febrero se desplomó finalmente la Iglesia de Frauenkirche, el símbolo de la ciudad. Pero aún así, aún hubo un último ataque aéreo de menor consistencia esta vez. 211 B17 estadounidenses arrojaron otras 460 bombas incendiarias más.

bombardeo dresde
Aún después de aquellos días, el horror continuó, pues los incendios tardaron varios días en apagarse y los muertos se acumulaban en las calles. A la nube tóxica productos de los vapores de las bombas, el fuego, las cenizas, la falta de aire respirable, se unía el riesgo de enfermedades. El 25 de febrero, 3.865 cuerpos tuvieron que ser incinerados, sin identificar, en la actual plaza del mercado viejo. 25.000 fueron enterrados en el cementerio.

Si queréis ver el antes y el después de esta bellísima ciudad, Dresde, tenéis las imágenes en sobrefotos.com

Un dato más: Arthur Harris fue el «lúcido» inventor de este tipo de bombardeos: los bombardeos masivos contra poblaciones civiles para menguar la moral del enemigo. Inglaterra le concedió el título de Sir por su enorme «valía»…

Dresde, la conocida como la «Florencia del Elba» por las muestras del Renacimiento y el Barroco que podían verse en sus calles desde la Edad Media, lo había perdido todo. Afortunadamente, tras años de esfuerzo y mucho trabajo, Dresde ha recuperado su belleza y su paz. Siendo actualmente una de las ciudades más visitadas de Alemania.

Las reacciones por parte de los alemanes no se hicieron esperar, aunque éstas fueron evolucionando a medida que pasaba el tiempo desde el bombardeo. Se dice que Goebbels lloró durante 20 minutos de rabia tras enterarse del ataque a la ciudad, y que le echó toda la culpa a Goring. Goring era uno de los lugartenientes de más confianza de Hitler, pero a esas alturas de la guerra había perdido ya todo su crédito ya que se dedicaba a vivir con opulencia y descuidaba sus cargos militares. En los siguientes meses los medios alemanes hicieron hincapié en el hecho de que en la ciudad de Dresde no había ninguna fábrica de armas ni almacenes de armamento de ningún tipo y que se trataba de una ciudad eminentemente cultural.

En el lado contrario, el bombardeo de Dresde también provocó que fuera la primera vez que los círculos intelectuales británicos se preguntasen acerca de los métodos que se estaban usando para derrotar a la Alemania nazi. Desde muchos sectores se vio el bombardeo como un acto inhumano en el que el ejército británico tan solo trató de aterrorizar a la ciudad y al resto de la ciudad. El ejército británico se defendió diciendo que la ciudad de Dresde era un importante centro de comunicaciones y que precisamente ese era su objetivo, destruir las comunicaciones con Dresde para evitar el traslado de armamento.

Churchill envió un telegrama a los británicos en los que les instaba a para con los bombardeos indiscriminados sobre ciudades alemanas. El telegrama fue contestado por el comandante británico Arthur Harris, que justificó los bombardeos sobre Dresde diciendo que era un nido de fábricas de armas y un centro administrativo que aún estaba intacto. Además, añadió que todas las ciudades alemanas juntas que quedaban en pie no valían lo que un solo soldado británico.

Hay que decir que el bombardeo a la ciudad de Dresde no es el mayor que realizaron los aliados durante la Segunda Guerra Mundial, aunque en este sentido hay muchas dudas acerca de las cifras de muertos (que como ya vimos oscilan entre los 30.000 que dicen los aliados a los 300.000 que dicen los alemanes). Si atendemos a las cifras oficiales, otras ciudades sufrieron bombardeos aún más virulentos, como Tokio, donde fallecieron más de 100.000 personas. Incluso algunas ciudades alemanas tuvieron más bajas que Dresde como consecuencia de los bombardeos, por ejemplo Hamburgo, en la que los aliados afirman que los bombardeos dejaron unos 60.000 fallecidos.

El bombardeo de Dresde ha pasado a la historia como uno de los símbolos de la crueldad y el sinsentido de la guerra. Bien es verdad que la Alemania nazi fue también mu cruel con el resto de naciones y no tuvo escrúpulo alguno en intentar exterminar a razas enteras. Sin embargo, tomar una represalia de este calibre cuando el enemigo ya está vencido se trata de una medida totalmente desproporcionada, encaminada solamente a darle un gran escarmiento a la nación alemana y hacerle pagar por todos el sufrimiento que había provocado durante los años de guerra.

Y es que en las guerras, aunque se intente combatir un enemigo común, nadie tiene amigos y nada importa salvo matar a más gente que tu rival. En una guerra los buenos nunca son los buenos. Es más, los aliados se escudaron un muchas ocasiones en la necesidad de tomar decisiones drásticas para llevar a cabo grandes matanzas. Sin ir más lejos, solo hay que recordar cómo terminó la guerra, tras el lanzamiento de las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki.

El bombardeo de Dresde dejó muy tocada a la moral de la nación alemana, una nación que veía cómo toda su estructura se venía abajo. Hoy en día la opinión internacional todavía se sigue preguntando (aunque la respuesta está clara) si realmente Dresde era un objetivo estratégico importante. Sin embargo, la intensidad de los bombardeos fue totalmente desproporcionada, con el objetivo de reducir totalmente la ciudad a cenizas. Todavía hay quien se pregunta si realmente se trató de una represalia excesivamente agresiva o si directamente se trató de un crimen de guerra.

Esperamos que el artículo os haya gustado y sepáis algo más sobre este episodio triste (otro más) de nuestra historia): Para terminar, os dejamos con un video y unos enlaces que os podrían resultar interesantes para complementar la información del artículo.

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